sábado, diciembre 25, 2004

CAMPING. El tormento y el éxtasis


Desenfocando el rock.



El creciente descrédito de la escena post-rock –paradójicamente denostada por aquellos que, en su momento, contribuyeron a auparla: posiblemente ni entonces fuera tan superlativa ni ahora tan deleznable- ha sembrado el desconcierto entre los grupos que, para bien o para mal, fueron incluidos en el invento. El forzado replanteamiento estilístico se ha saldado con disparidad y resultados desiguales: de la preeminencia del factor electrónico a la reorientación en una supuesta clave free jazz; o bien a la simple pérdida del prefijo post, extraviado por la senda de las etiquetas huecas.
Del quinteto catalán Camping -los últimos del lote en perder la virginidad discográfica- se advirtió que se encaramaban a destiempo en un tren que parecía encaminarse sin remedio hacia una vía muerta. Ignorando así, de un plumazo, sus primeros y largos años de labor callada y metódica.
Pero su debut, Photo Finish (Astro Discos), uno de los trabajos más inspirados de la gris cosecha del 2002, debería haber cerrado la boca de tanto sordo agorero. Su meticulosidad compositiva unida a la efectividad que despliegan en sus directos, reafirmada en su intensísima actuación en el Festival de Benicàssim 2004, avalan la solvencia de una formación que afronta con convicción la tarea de redefinirse más allá de estereotipos.
Dedicación, afán de perfeccionamiento y grandes dosis de paciencia son los ingredientes en los que se macera Dancing Days, un esperado segundo disco con el que inaugurarán el nuevo año.


· ¿Vuestra presencia en el FIB 2004 ha representado un punto de inflexión a partir del cual dejar atrás Photo Finish y poder concentraros ya en vuestro nuevo trabajo?

Bueno, es como cerrar una etapa, hemos querido marcar un final. Ahora volveremos a grabar, cambiará el repertorio y todo será distinto. Este primer disco ha sido el premio a todo el tiempo, el trabajo y el esfuerzo que nos ha comportado llegar hasta aquí.

· ¿Y puestos a hacer balance de la travesía?

Creemos que se han cumplido las expectativas que nos habíamos marcado, quizá más en lo personal que en el ámbito musical, porque no dejamos de movernos en un nivel muy independiente.
Hemos actuado en festivales como el de Benicàssim, el BAM y el LEM; teloneamos a un grupo importante como Explosions In The Sky; hemos tenido buenas críticas aquí y fuera; hemos aparecido en diversos medios… digamos que se han cumplido los objetivos de un grupo nacional con un primer disco y podemos sentirnos satisfechos.

· Se ha debatido mucho sobre esta edición de aniversario del FIB y uno de los aspectos que ha salido a colación es la poca cancha dada a los grupos nacionales. ¿Creéis que un festival de este calibre debería mimar más a la cantera?

El problema es que, ¿qué grupo nacional no ha tocado ya allí cuarenta veces? Ya lo han hecho todos los grupos interesantes: Chucho, Manta Ray, Migala, Los Planetas… creemos que esa es una polémica gratuita.
Lo que sí es cierto es que no lo hacen como cabezas de cartel y sí en horarios intempestivos. Todavía hay mucho provincianismo a nivel musical, el elogio de lo de fuera. Y luego están las condiciones: un grupo nacional no tiene alojamiento e igual sólo dispone de un día para acceder al backstage, seguramente cobra menos, no tiene invitaciones para invitar a la pareja o a los amigos… y estamos convencidos de que a una banda extranjera se le proporciona todo eso y mucho más. Existe este trato diferencial, que no es justo.
Pese a todo, y aunque hay muchas cosas que no nos gusten a nivel interno, ir allí fue cumplir un objetivo importante. Eso de tocar el mismo día y en el mismo escenario que Einstürzende Neubautten es un puntazo.

· ¿Hacia donde irá enfocado vuestro segundo trabajo, será un disco de continuación o de requiebro?

Romperá bastante. La gente no se espera lo que va a escuchar porque hemos dejado muy atrás el tema post-rock, aunque siempre hemos querido huir de ese encasillamiento. En este segundo disco será donde realmente nos desmarcamos y nos convertimos más en un grupo de rock.

· Pero los mimbres son idénticos. A nivel de componentes y también instrumentalmente no se ha añadido o quitado nada...

No, pero tampoco nos hemos parado nunca a pensar qué instrumentos debemos usar y cuales no. Lo cierto es que siempre ha habido mucha movilidad entre nosotros –poniendo o quitando teclados, dos bajos, guitarras…- y en las nuevas canciones añadiremos una sección de vientos, contrabajo… Pero será a nivel de arreglos, como pequeños detalles aportados por una serie de amiguetes, en plan de colaboración.
A decir verdad, el hecho de que se perciba un cambio importante sin haber añadido demasiadas cosas nuevas es un mérito. Veremos si el público comparte esa percepción. Quizá suponga una pequeña decepción para aquellos que esperen una segunda parte de Photo Finish, porque se encontrarán un poco desengañados: vamos hacia otra dirección, con ritmos más extraños y canciones con estructuras más raras.

· Por lo que he oído algunas de las nuevas composiciones resultan más duras y también más rotas, con cambios de ritmo…

Será más rock en el sentido de las canciones, y más enérgico en algunas partes. En Photo Finish había tres o cuatro temas que marcaban mucho el disco y alrededor de los cuales giraba el resto. Progresaba como una línea en la que sumergíamos al oyente en una especie de continuidad sonora. Y en éste cada canción romperá con la anterior, estarán más definidas y serán totalmente independientes.

· ¿Canciones más adaptadas al formato de una duración estándar?

Serán algo más breves y además en casi todas habrá voz, lo cual es otro factor de diferenciación. Habrá también una colaboración a dos bandas con el DJ 2D2 -que es también quien diseña las portadas de nuestros discos-, alguna pieza completamente acústica, otra con coros y un par con desarrollos largos. Cuando hacemos un tema no nos preocupamos por su duración. Duran lo que han de durar. En el disco se compaginarán canciones de diverso minutaje, pero hay que verlo en su globalidad.

· ¿Cuál es la motivación que ha inspirado este cambio?

Hay voluntad de desmarcarse pero tampoco ha sido muy premeditado, las canciones han ido saliendo así. Igual es porque nos conocemos mejor, hemos aprendido a tocar juntos y nos compenetramos más tocando en directo. Y sobretodo por la forma de tocar de nuestro batería (Toni Campoy, anteriormente en las filas de Nikei y Beef), que es muy enérgica. Eso ha ido orientando los temas.
Suponemos que también es una reacción a no querer repetir la fórmula porque, en realidad, estas canciones post-rock son bastante fáciles: empiezas a tocar, a añadir cosas y si te descuidas ya tienes un cuarto de hora de cuelgue. Y te das cuenta de que hay mucha gente que se está apuntado y de que hay cosas que no tienen consistencia, pero cuelan totalmente.
Hemos querido salir de algo que ya hemos hecho y probar lo que nos apetece, sin saber si nos saldrá bien. Es arriesgarnos un poquito, mirar hacia delante y ver como va. Pisar terreno movedizo.

· Bueno, quizá exista el riesgo de perder algún fan por el camino… y ganar nuevos adeptos por otro lado.

Si eres fan incondicional no creo que te perdamos. Evidentemente habrá gente que escuchará el segundo disco y quizá no le gustará nada porque será muy distinto al anterior, pero tampoco es algo que nos preocupe demasiado. Como tampoco ganamos un duro con esto, hacemos exactamente lo que nos da la gana y no tenemos ningún problema.

· Las tendencias parecen consumirse a la velocidad del rayo. Lo del post-rock ha sido fulminante. Quizá ahora es tiempo no de renegar de todo aquello pero sí de resituarse, ¿no?

El post-rock llegó aquí muy tarde y como moda pasará, por eso necesitamos el segundo disco para que la gente se olvide del pasado y de etiquetas y se compre un disco porque le mola.
Apoyar una escena porque sí, porque toca hacerlo, es muy peligroso, porque no da tiempo a las bandas a desarrollarse. Ocurrió con el noise, cuando cosas infumables eran al parecer de putísima madre. Hasta que tocó defenestrarlo, y fue entonces cuando llegaron los mejores discos de grupos como Beef, Penélope Trip

· Hay quien opina que con un estilo como el vuestro, tan proclive al jugueteo y a la improvisación, vuestro directo es potente pero peca de linealidad. No hay mucha diferencia entre conciertos ni con respecto al sonido original del disco. ¿Algo que alegar en vuestra defensa?

Es cierto que nos gusta llegar al directo con todo muy definido, nos obsesiona bastante ese rollo. Quizá nos pasamos de perfeccionistas, el miedo a hacer una cosa chunga y cagarla sólo por el hecho de cambiar. Además, teniendo en cuenta la forma cómo tocamos, si tuviéramos que hacer una cosa distinta en directo deberíamos ensayarla antes, con lo cual estaríamos en lo mismo. Y es así porque elaboramos las canciones de manera que cada instrumento va en función del resto, lo cual nos obliga a estar muy pendientes de los demás.
La capacidad de improvisación nos cuesta mucho pero de hecho el proceso ya está hecho antes, en el estudio. Lo que exponemos en el disco es en realidad el directo, porque siempre grabamos en vivo. Quizá hay otros grupos que pueden llegar a improvisar más, pero lo consiguen a costa de unas bases muy sencillas. A mucha de la gente que hace post-rock les faltan matices en las canciones, detalles, elaboración. En nuestro caso todo está muy elaborado, aunque luego quizá no lo parezca.

· Lo cual nos conduce a vuestro talante perfeccionista…

Sí, desde que empezamos a componer un tema hasta el momento en que la canción está realmente definida y acabada puede pasar un año. Lo que sí es cierto es que mientras dura ese proceso cambiamos la canción de arriba abajo, aunque lo hacemos de puertas para adentro. Una vez se ha cerrado, consideramos que esa canción está acabada y es intocable. Después nos gusta ir a grabar y que todo esté muy detallado, que cada uno sepa lo que debe hacer en cada momento.

· ¿Pero es divertido tocar así?

Sí, mucho. Los músicos de verdad flipan con nosotros.



- METRÓNOMO Y COMPÁS -


En octubre de 2003 la séptima edición del LEM, el Festival Internacional de Música Experimental que convoca en Barcelona el inquieto colectivo Gràcia Territori Sonor se hacia eco de la eclosión del post-rock nacional y dedicó al fenómeno un espacio de su programación.
Camping ejercieron como embajadores del nuevo sonido -junto a formaciones emergentes como Pupille, Zul y Trioxide- y sin duda fueron los que mejor captaron el sentido de la invitación.
Reclutando a músicos amigos obviaron la posibilidad de repetir su set habitual y optaron por reinventarse a sí mismos regalando al público una propuesta que sintonizaba plenamente con la vocación de riesgo que abandera el vanguardista festival barcelonés: la interpretación de una única pieza instrumental de 38 minutos de duración basada en el minimalismo. La repetición, con ligeras variaciones y matices, de un único acorde de DO (que en la notación anglosajona se traduce como C) sostenido por diversos instrumentos. Un arsenal de guitarras, bajo, batería, trompeta, contrabajo, teclados, samplers... que se alternaban o bien se superponían sobre el escenario, enmarcados por un montaje audiovisual de imágenes tridimensionales, hasta alcanzar una creciente intensidad que explosionó en un clímax denso y opresivo.
Un puñado de espectadores, todos parapetados tras las pertinentes gafas bicolor y envueltos en la furiosa espiral sónica, tuvimos la fortuna de disfrutar de una experiencia insólita y atrevida. Pero lo que originalmente era una velada de carácter efímero que no debía volver a repetirse jamás en directo ha acabado por tener traslación fonográfica. C In 3-D (Astro Discos), es un grabación de edición limitada que captura la energía contendida en aquel alucinado crescendo instrumental.


· ¿Por qué ha acabado envasándose lo que se concibió como una experiencia única e irrepetible?

Grabamos el concierto para tenerlo como recuerdo, pero debido al sonido ambiente no quedó demasiado bien. Y ya que nos habíamos juntado todos, que había supuesto un esfuerzo tan grande de coordinación y que todavía lo teníamos fresco en la cabeza nos planteamos reunirnos de nuevo y grabarlo en un estudio. Simplemente para tenerlo. De modo que pagamos la grabación de nuestro bolsillo y todos los gastos fueron por cuenta nuestra. Quedó bastante bien y le pasamos una copia a la gente de Astro, la escucharon y les gustó tanto que decidieron publicarlo. Fue una decisión de la discográfica que ni siquiera nos habíamos planteado.

· Entiendo este artefacto como un accesorio para completistas, un fetiche exclusivo para coleccionistas…

Sí, saldrán muy pocas copias. Quizá ochocientas o mil, como mucho. Además la edición se hará probablemente en formato DVD conteniendo las imágenes en tres dimensiones. Sobre la grabación hemos montado el video que proyectamos para que también pueda verse mientras se escucha, con sus correspondientes gafitas 3-D. De hecho el diseño está ideado para que éstas puedan recortarse de la portada.



- TIENDAS APAREJADAS -


Camping
–digámoslo ya- se llaman así porque sus miembros fundadores coincidieron casualmente en un ídem durante las vacaciones. Aquel verano azul prefiguró el germen de la futura banda, pero pese al proyecto común sus componentes no descuidan sus intereses personales. Y es así como hacen su aparición Niczero9 y Dargelos.
Niczero9 –que daría nombre a una canción de Camping- no nace a rebufo del grupo madre, sino que llevaba largo tiempo gestándose a su sombra. Custodian este envolvente secreto de guitarras volátiles y electrónica paisajística el trío formado por Josep Arnan y Óscar Cortés –bajista y teclista de Camping, respectivamente- y las seis cuerdas de Ricard Pla.


· ¿Cuál fue la génesis de Niczero9?

Éramos los típicos colegas que se juntan para tocar. Cuando nuestro batería original lo dejó, empezamos con Camping y nos tiramos hacia la música un pelín más experimental.
Con Niczero9 habíamos empezado haciendo temas sobre la marcha, pero sin plantearnos nada. Llegado un momento teníamos cinco o seis temas y pensamos en grabarlos. Contamos con la colaboración de Xavi Font (guitarra de Camping), que nos hizo de productor. La grabación nos costó mucho porque sólo éramos tres y en muchos temas teníamos que tocar varios instrumentos. Hay canciones con tres guitarras, un bajo, hay teclados, hay alguna batería… era imposible. O bien necesitábamos más músicos o lo grabábamos por pistas, que es justamente lo contrario de lo que hacemos con Camping.
Xavi tuvo mucho trabajo con nosotros porque si bien las ideas estaban muy claras, aquí estábamos más abiertos a todo, por ejemplo variando cosas durante las mezclas. Teníamos temas tan elaborados y con tantos elementos que lo que hicimos fue quitar cosas, como líneas de guitarra distintas y esas cosas. Al final nos dimos cuenta de que no era necesario.

· Y la cosa acabó cayendo en gracia…

Sí, de hecho nosotros acabamos muy satisfechos con la grabación. Le pasamos una copia a la gente de Astro y nos dijeron que nos lo editaban. Al final aparecerá como un mini LP de seis temas titulado 99 Milions de Segons (99 Millones de Segundos)

· ¿Cómo definiríais vuestro sonido?

No queremos encasillarnos. Podríamos llamarlo música electrónica, indietronica, pop electrónico, avant-rock, out-rock… Sólo podemos decir que en nuestra música hay espacio para las máquinas (teclados, secuenciadores, ordenadores…), pero en todos los temas siempre están presentes también las cuerdas, la batería y unos cuantos pedales.
Nuestro espectro de influencias también es muy amplio y personal e incluyen desde David Bowie, Faust, Pixies, Slint, Sonic Youth, Mogwai o Hood hasta grupos más electrónicos como The Third Eye Foundation, Flying Saucer Attack, Dntel, On Off, Lali Puna, Four Tet o Matt Eliott. Pero en medio hay muchos más.

· Imagino que la traslación al directo será algo compleja…

Ahora mismo está complicado porque necesitaríamos como mínimo tres músicos más, y de hecho en estos momentos estamos muy centrados en Camping y ni nos lo planteamos.
Hemos hecho el disco y ya está. Como grupo sigue. Los tres vamos haciendo cosillas por nuestro lado, nos encontramos, lo ponemos en común y empezamos a elaborar. Es un proceso bastante diferente al de Camping.

· ¿Os molesta que se os venda bajo la etiqueta de banda paralela?

No, nos da lo mismo. Creemos que vamos por un camino totalmente diferente, no tiene nada que ver. Estamos la mar de tranquilos, no nos importa. Nuestra banda es Camping y esto lo hacemos a ratos, cuando no ensayamos.


Camping siempre han sido amigos de sus amigos, estableciendo a menudo complicidades con otros músicos tanto en el estudio como sobre el escenario. Una de esas colaboraciones amistosas es Dargelos, el proyecto unipersonal de Adrià Lloris (ex Mint 400) en el que también han contribuido Ramón García (bajista de Beef) y el polifacético y atareado Óscar Cortés, esta vez en calidad de compositor y músico invitado.
Dargelos acaba de debutar discográficamente con Dal Sottofondo, un primer trabajo autoeditado. El compacto recupera cuatro cortes de una maqueta anterior y los completa con nueve composiciones más.

· ¿Cómo se estableció la colaboración con un músico más afín a la órbita electrónica?

Adrià me preguntó un día si quería colaborar con él. La única condición que me puso es que sólo valían máquinas: teclados, secuenciadores… lo que quisiera, pero no podía haber ninguna guitarra ni ningún bajo.
Le compuse un par de temas, se los pasé y sobre esa base el colocó sus samplers e hizo lo que quiso. Los temas se grabaron en su casa.

· ¿Y qué tal resultó la experiencia?

Me siento cómodo cambiando de registro, explayándome, haciendo lo que se me pasa por la cabeza. Adrià ya me advirtió de que iba a destrozarme los temas, pero creo que realmente los ha mejorado.

· El disco suena desazonador, inquietante, misterioso. ¿Cómo definirías las intrincadas texturas instrumentales de Dargelos?

Es la electrónica llevada a un nivel sonoro nada prefijado y sí muy abstracto. Es jugar con los sonidos. Adrià no quería un registro que condujera a una melodía muy marcada, sino que quería algo roto. Hay muchos ritmos sin batería que no siguen una pauta. Eso me costó un poco, porque cuando hago algo me sale más melódico.
La gracia de Dargelos es que se trata de música electrónica pero no hay nada que cuadre, ya que Adrià se niega a utilizar secuenciadores. Hace loops y samplers, pero todo con el dedito. Es una persona a la que ya le va ese rollo porque es absolutamente arrítmico. Él está con el rollo de Víctor Nubla y toda esta gente, pero le queremos mucho.


CARROTS. ¡Vuelven a cargarse los hits!


Cuando haces pop ya no hay stop.


El secreto está en quedarse quieto. Más tarde que temprano la tendencia que ayer te fue esquiva hoy te saludará como el salvador del rock’n’roll. Huyendo de la categorización sixties pero manteniéndose fieles a un estilo que mira al pasado, Carrots esperan turno en su rincón, confiando en que llegue su momento de la verdad. Credenciales no les faltan: un par de álbumes, un puñado de EP’s y diversas contribuciones en recopilatorios y discos tributo. Una discografía –de regusto más agridulce de lo que uno sospecharía- habitada por esas pequeñas sinfonías que te sorprendes tarareando como un memo.

Y como corolario de todo ello el flamante …All It Takes Is A Little Confidence! (Grabaciones En El Mar). En su paleta de sonidos destella la tradición psicodélica británica –de Beatles a Kevin Ayers, pasando por Pink Floyd-, con composiciones en las que, paradójicamente, alcanzan la ingravidez pop a partir de una densa superposición de matices.
El cuarteto catalán -Roberto Castellanos (bajo y voces), Freddy Corner (teclado y voces), Vicente Willy Maciá (guitarra y voz) y Matías Segovia (batería y percusiones)- todavía se encuentra atrapado en la irisada burbuja de su tercer larga duración, un trabajo que elude la continuación natural con Sunshine (Grabaciones En El Mar, 2002) y que, por el contrario, opta por tender puentes con su álbum debut, aquel Saving Chocolate Coins (Grabaciones En El Mar, 1999) de aristas más experimentales.

Su espíritu perfeccionista se traduce en un discurso exigente, salpicado en todo momento por una sinceridad desarmante –por lo inusual- y un sentido del humor que no empaña un elevado sentido de la autocrítica. Es decir, doblemente inteligente. ¿Encajarían estas zanahorias parlantes en el universo sinsentido de Alicia?



· El espléndido artwork de aires decimonónicos de …All It Takes Is A Little Confidence! parece evocar los grabados de una hipoteca edición surrealista de La Vuelta al Mundo en 80 Días. La primera impresión es que, efectivamente, el disco se plantea como un viaje sonoro que picotea aquí y allá: dentro hay pop, rock, psicodelia, country, funk, aproximaciones a la pista de baile...

Willy - Lo cierto es que nunca hacemos nada premeditado, sólo lo que nos sale. Las influencias que has señalado siempre han aparecido en todos nuestros discos. Incluso en el primero ya incluimos algún guiño country. Coincidió que por fin me compré un banjo… y había que meterlo, ¿no? (risas)
Roberto – Nuestros trabajos siempre son una amalgama de diferentes estilos, lo que nosotros llamamos el “sonido Carrots”. Lo que ocurre es que quizá en este hemos sabido tomar lo mejor del primer y del segundo disco y plasmarlo en uno solo.

· El lanzamiento ha coincidido con el debut de Big City, con los que compartís sello. Pero si en los zaragozanos resuenan ecos de psicodelia californiana, vuestra influencia es inequívocamente británica.

R – La psicodelia americana la hemos conocido a través de nuestro productor, Paco Loco, que es un fanático de ese sonido y supongo que ha debido influirnos.
W - La psicodelia americana no me gustaba nada, y lo ha ido haciendo poco a poco. Nuestras raíces están en Pink Floyd. Cuando pienso en ello siempre aparece Syd Barrett, la imagen psicodélica que más nos ha influenciado. Luego están los Beatles y todo eso.

· En los ’60 menudearon los discos conceptuales. Sin llegar a tal extremo, ¿las canciones de vuestro disco están concebidas y secuenciadas para estructurar una idea, un discurso unitario o, simplemente, se trata de una colección de canciones para ser escuchadas de forma aleatoria?

R – Creo que el enlace es el propio grupo y nuestra manera de hacer las canciones. Si te paras a pensar en los temas uno a uno, igual no tienen nada que ver entre sí, pero en general sí hemos sabido darles un sonido bastante compacto.
W – Lo que he notado escuchándolo después –y mucha gente lo dice- es que este disco da una mayor sensación de unidad, quizá porque lo hemos trabajado más en el local, entre todos. También tiene un sonido un poco más oscuro, más denso. Sunshine resultaba más disperso y más enfocado al hit y esta vez todo encaja de una forma más coherente.

· Aunque la melodía, el estribillo, late en el corazón de vuestras canciones, siempre os ha interesado solaparlos con una superposición de arreglos y efectos...

R – Somos unos pesados que no nos conformamos. A veces hay temas que nos parecen poca cosa y tendemos a adornarlos, es nuestra forma de trabajar. Incluso desde antes del primer disco ya éramos unos rayados de los arreglos, de la armonizaciones.
W - Hay por lo menos un par de temas sólo con guitarra, bajo, batería y teclados, pero debemos controlarnos para no meter nada más. Aún así veo este disco más contenido, en comparación con el primero. Aquello sí era un muro de sonido, cantidad de información. La gracia de aquel disco es que siempre descubres cosas nuevas.

· Exacto. Vuestros discos son como una cebolla: operan por capas que vas descubriendo en cada escucha.

R – Eso me ocurre a mí con los Beatles desde hace quince años. Son canciones que he escuchado miles de veces y aún sigo descubriendo cosas nuevas.

· El proceso de elaboración podría prolongarse hasta el infinito. ¿Cuándo se intuye que una canción está acabada?

W – Cuando nos damos cuenta que empezamos a estropearla. Llega un punto en que lo ves descaradamente.
R – Igual no lo ves en el momento, pero por eso antes de cada disco hacemos un trabajo de preproducción en el local de ensayo, que consiste en grabar los temas nosotros mismos. Con el tiempo y las escuchas es cuando ves realmente si un arreglo que te parecía de puta madre funciona. La clave es madurar las canciones, darles tiempo de crecer por sí mismas. Si con el tiempo te sigue gustando, es que está bien. Si te empieza a cargar o a molestar sólo un poco, es que no funciona.

· El meticuloso proceso de grabación se ha prolongado durante varios meses. ¿Cómo encaja la figura de Paco Loco –que repite como productor tras la experiencia de Sunshine- en un pop tan elaborado?

W – Este disco no se podría haber grabado sin él. La primera vez fuimos con miedo, pero en seguida vimos que se adaptó totalmente. Ahí es donde demuestra que ha escuchado todo tipo de música. Le saca partido al estudio, a las ideas, por eso se lo toma muy en serio y con el corazón, acaba agotado. Es como si fuera uno más del grupo. La idea principal del sonido y de los arreglos es nuestra, pero él da su opinión y aporta cantidad de ideas. Su forma de tocar la guitarra, por ejemplo, es distinta a la mía y te cambia el tema sólo por meter un par de acordes.
Es como si cogiese la canción desde fuera, a veces con otro concepto en la cabeza, y te hace ver que tu idea puede ser equivocada. Te abre un poco los ojos.
R - Aparte de ejercer como productor e ingeniero Paco ejerce como guía espiritual y psicólogo. Grabar un disco supone un proceso a ciegas en el que debes irte fiando de las personas que tienes a tu alrededor, tanto de tus compañeros de grupo como de tu ingeniero y productor. Lo que ocurre es que cuando grabas un disco la decisión que tomas en ese momento es para toda la vida…
W – Sí y después llega el síndrome post-parto: escuchas el disco en casa y a veces te pegarías un tiro. Pero ya no puedes tocarlo. Hemos aprendido que la gente no escucha arreglos, sino que escucha canciones y lo que nos dijo Paco es muy importante: si el tema es bueno va a seguir siendo bueno, aunque hayas metido o no esa guitarra o esa melodía del teclado o aunque una voz o un coro estén demasiado altos. Lo que importa es la canción.

· La tecnología del estudio ofrece todo un abanico de nuevas posibilidades para enriquecer los temas y siempre existe el riesgo de arruinar las canciones, sepultadas en la ampulosidad de la sobreproducción. ¿Cómo se vence esa tentación?

W – De hecho en cada disco hay algún detalle que nos parecía muy bueno en su momento y que ahora lo quitaría.
R – Existe ese riesgo, pero tanto nosotros como Paco tenemos mucha confianza en lo que hacemos y en lo que se nos ocurre en el momento. Y vamos a muerte a por eso.

· ¿Las influencias comunes suponen un enriquecimiento o bien un perjuicio que limita las perspectivas del grupo?

W – Bueno, la verdad es que no somos tan afines... Por lo menos un buen punto de partida es que todo el mundo valora a los Beatles.
R – Somos fans a muerte de los Beatles; Willy es fan a muerte de gente como Beach Boys o Kevin Ayers. Pero es que, a la vez, yo soy fan a muerte de los Rolling Stones; Freddy aprecia y respeta a todos estos nombres, pero lo suyo es King Crimson y Emerson, Lake & Palmer. Bebemos de muchos sitios…
W – Y esa mezcla se aprecia, ¿no?. A la hora de la creación de estos temas no hemos tenido en la cabeza ningún tipo de grupo porque los llevamos ya interiorizados. Si aparece alguna referencia es porque siempre se tiene la tendencia a escuchar cualquier cosa en relación a otra. Parece que un grupo español no pueda tener personalidad propia.
R – Normalmente a la gente le gusta un grupo nacional cuando le recuerda a algún un grupo extranjero. Eso también me ocurría a mí antes. Pero lo hemos superado y que hemos madurado como grupo y como músicos. Creo que en este disco hemos conseguido por primera vez que las canciones no suenen a determinados grupos como nos solía ocurrir hasta ahora, sino que hemos encontrado ya nuestro “sonido Carrots”. Se nota lo que nos gusta, pero no asocias las canciones directamente a una época o a un estilo determinado.
Definitivamente creo que hemos encontrado ya nuestro “sonido Carrots”. No tenemos ni idea de cómo va a sonar el próximo disco, pero creo que ahora mismo nuestro sonido es este y estamos muy contentos con él.

· ¿Ha habido alguna escucha compulsiva durante el proceso de gestación?

R – A Willy le dio por America. Y yo estaba enfermo por los Rolling Stones. Llevo un año escuchando el Exile On Main Street cada día de mi vida y creo que igual me ha debido influir, ¿no?. Pero luego oyes el disco y tampoco suena a eso…

· ¿Ese espíritu perfeccionista es el que os llevó a reeditar vuestro álbum debut, Saving Chocolate Coins, casi tres años después de su publicación en 2002, remasterizado y con algunas modificaciones en el diseño?

W – Sí, no estábamos contentos con el diseño de la portada, lo veíamos como inacabado. Eso fue lo principal. Después por el sonido, que no se masterizó muy bien. Dado que obtuvimos cierto reconocimiento con el segundo, quisimos darle otra oportunidad a un disco del que sólo se vendieron 600 copias. Y con la reedición hemos vendido 1.500.
R – Somos conscientes de que no es algo habitual, pero ya que un disco es para toda la vida no te vas a quedar con la espina de ese primer trabajo, viéndolo no incompleto pero sí semiprofesional.
W – Ahí entra el convencer a Pedro Vizcaíno de todas nuestras locuras. Y por ahora no nos va tan mal, le vamos convenciendo. Digamos que él también creyó que era el momento de reeditarlo porque estaba agotado y se veía claramente la posibilidad de que se podía vender otra vez. Y si se agota pues lo volveremos a reeditar, e igual metemos un bonus track (risas)

· Los plumillas acabamos invocando las mismas influencias para describir vuestra música. En apariencia la de Carrots es una propuesta que deja pocos resquicios a la imaginación.

R - Eso es algo que a nosotros nos hace muchísima gracia porque leemos críticos de discos y nos cuelgan influencias de grupos –sí, todos muy famosos y muy de puta madre-, pero que no hemos escuchado. El ejemplo siempre son los Byrds, de los que no tengo ni un puto disco.
Love era otro grupo que también nos ponían siempre y que no había escuchado en mi vida.
W – A mí me hace gracia lo de los Byrds, que no me gustan nada. Metes una guitarra de doce cuerdas y ya son los Byrds… ¡Pero tío, la guitarra ya estaba inventada antes que ellos! Los escuché a raíz de tanta gente que los citaba. Hay muchos críticos que me han hecho escuchar nueva música, pero la verdad es que con el primer disco estábamos con Pink Floyd a saco. ¿Los Kinks?, una crítica mencionaba a Ray Davies y yo preguntando “¿pero quién es Ray Davies?” (risas)
Pero a Kevin Ayers, por ejemplo, nunca lo citan y esa sí es mi máxima influencia. Más que musicalmente, como concepto de lo que significa la música y de cómo hay que tomársela. Lo que me gustaría de Carrots es que fuera un grupo super íntegro, fuera de modas y de sonidos. Un grupo con muchos cojones.

· ¿Es complicado mantener esos referentes y no caer en el revival?, ¿hay margen de maniobra?

W – Nunca nos hemos considerado sixties y, de hecho, no me gusta nada esa escena. Grupos como Magic Bus, Big City, Zinedines o Deluxe hacen canciones geniales -incluso a veces les digo que son mejores que Carrots-, pero nosotros tenemos algo que ellos no tienen: nosotros no hacemos ejercicios de estilo, hacemos la música que llevamos dentro y consideramos que es cien veces más auténtica que la suya. Para mi Deluxe es un gran creador de canciones, pero es como un artesano. Sabe utilizar los elementos, pero no lo veo sincero, su música no me la acabo de creer.

· Ya imagino que los discos son como los hijos, que se quieren por un igual pero, ¿consideráis que este es vuestro mejor disco?

R – Hasta que tus hijos no cumplen un año o así no puedes saberlo… Ahora hay días que te lo pones y crees que sí y hay días que…
W – Ahora es demasiado pronto para amarlo. Debe pasar un tiempo para escucharlo casi como una persona externa al grupo. Pero de hecho nos hemos cagado en todos los discos que hemos grabado.
R – Ahora mismo no escuchamos las canciones, sino que escuchamos las pistas, escuchamos la mezcla, la masterización… estamos rayados. Pero la gente no escucha eso. Estamos en el período de asimilación, no nos lo creemos aún.

· En la hoja promocional que acompaña al disco se habla de madurez, una palabra que me da repelús. ¿Qué se ha perdido y qué se ha ganado en el camino?

W – No sé si en lo musical, pero mentalmente sí que nos notamos más maduros. Yo no me siento igual que en el ’97 cuando empezamos. Da un poco de vértigo que aún estemos juntos, con lo que cuesta mantener un grupo, y a veces nos damos cuenta de la suerte que tenemos de poder estar presentando nuestro tercer disco.
R – Cada vez que grabas un disco, maduras como persona y como músico, aunque no quieras. Los Beatles grabaron Revolver con veinticinco años y si que parecían maduros. ¡John Lennon parecía mi padre con veinticinco años!
W – Pero siempre seremos un grupo que vamos a arriesgar. De hecho en este disco lo hemos hecho y mucha gente nos dice que incluso la hemos cagado, porque hemos recuperado un poco el espíritu del primer disco (y que abandonamos un poco en el segundo), en el que nos dedicamos a hacer las canciones muy como tienen que ser. ¿Por qué? Porqué es parte de nuestra personalidad, lo llevamos dentro.

· ¿En algún momento pensáis en el oyente y os reprimís?

R – Una cosa es pensar en oyente y otra cosa tenerlo en cuenta.
W – Pensamos en el oyente, pero de otra forma. Nos decimos: “¡hostia, cómo le va a putear esto!”... pero lo ponemos. (risas)
Hay muchas canciones que en fondo no son hits potenciales, que son las que más me han llenado en mi vida. Y también eso es pensar en el oyente. Lo estamos evangelizando. Realmente siento que nosotros tenemos la verdad musical, la fórmula perfecta, tío.

· Ya tengo titular...

R – Consideramos a los oyentes como si fuéramos nosotros mismos. Pero claro, no puedes pretender transformarte en todo un país, ¿no?
W – Yo he perdido un poco ese miedo cuando, con el paso del tiempo, cada vez hay más gente que nos dice que nuestro primer disco es el mejor. Entonces te das cuenta de que, a medida que lo escuchas y le vas encontrando el punto, lo raro ya no es tan raro.

· ¿Vuestro último disco enlazaría pues con el primero, en el sentido que es más arriesgado que Sunshine?

W – Sí, este es más arriesgado. De todas formas sigo pensando que Sunshine es de los mejores discos que hemos hecho y que vamos a hacer. Nos da la seguridad de que si alguien quiere escuchas esas canciones, ya las hemos grabado, ya están ahí. Quizá hubiese sido un poco cómodo querer hacer una continuación de ese disco. Y la verdad es que no nos apetece hacer segundas partes de nada.
Sunshine no tiene nada que ver con el primero, ni el tercero con los dos anteriores, pero en los tres hay el mismo grupo y un hilo conductor.

· Willy, que hasta el momento figuraba como compositor habitual, ha delegado esta vez en sus compañeros, Roberto y Freddy, quien incluso se estrena como cantante.

W – Creo que les he dejado demasiado... ¡Quiero volver al primer disco! (risas)
R – Teníamos unos dieciocho temas y elegimos los mejores, independientemente de quien los hubiera compuesto. De hecho Willy sigue teniendo más temas, tiene cinco. Yo tengo cuatro y Freddy tiene tres. Lo que importa no es quien componga, lo bueno es que el grupo lo sienta como algo propio.

· Para componer música como la de Carrots supongo que es preciso un carácter específico o, cuando menos, un estado de ánimo. ¿Cuál es vuestra actitud frente a los grupos que se regocijan en una música oscura, cuando no decididamente depresiva?

R – A estos yo no los soporto. Conozco a los músicos y son de puta madre y luego te arrepientes de haberles dado tanta caña, pero no me gusta su estilo.
W – Hay temas de Carrots que son mil veces más depresivos que los suyos, lo que pasa es que no lo parece. Los maquillamos.
Nosotros podemos hacer lo que hace Balago, pero Balago no puede hacer lo que hacemos nosotros. Así de claro. Como Mike Oldfield, que hizo Moonlight Shadow porque decían que era incapaz de hacer un puto hit. Pues eso.

· O sea, que el pop debería tener una función social: banda sonora para un sábado noche.

W - Nos dicen que nuestra música es muy luminosa y hay temas que tienen una mala leche increíble y son súper depresivos. Muchos han estado compuestos cuando estábamos a punto de pegarnos un tiro.
Nosotros nos basamos en parecer una cosa y ser otra, por lo menos en las letras. Lo que veo es que nadie se ha parado a pensar que están cargadas de mala leche y de una felicidad como de subidón de farlopa. Sólo que después te pilla el bajón…
Incluso Sunshine, que está compuesta cuando yo llevaba de todo en el cuerpo y estaba a punto de tirarme con el coche por un puente. Eso no lo sabe nadie. Lo sé yo y me da rabia que digan que es un pop luminoso y de consumo rápido. No lo es. Es como Brian Wilson y los Beach Boys, que hacían unas canciones con campanitas, todo muy alegre y muy inocente… ¡y Dennis Wilson estaba metido con Charles Manson!. Pues somos un poco así, somos más malos que mucha gente que anda por ahí.
R – La gente espera una cosa de nosotros que en realidad no somos. Somos más gamberros o más crudos de lo que la gente nos imagina. Nos creen más poppies y luego, cuando nos ven, pueden llegar a decepcionarse. No somos como la canción Sunshine, somos más crudos y más malos.
W - ¿Alguien se ha leído la letra de Sunshine? Se ve claramente que no es happy. Ese es uno de los problemas de cantar en inglés. Las letras de Carrots son mejores que las de muchos grupos extranjeros. Creo que los auténticos fans de Carrots son los que se han parado a escuchar la música y, a la vez, lo que les acaba enamorando es lo que decimos. Tenemos una filosofía y un mundo alrededor de nuestras canciones que es como una forma de tomarse la vida. Ahí es cuando conectas con gente que en el fondo son como nosotros… y en la que a veces nos da un poco de miedo reflejarnos. (risas)

· ¿Proporcionalmente, cuánto tiempo dedicáis a la composición de las letras?

W - De hecho nos volvimos de Cádiz sin el disco porque no teníamos las letras acabadas y no queríamos hacerlo precipitadamente. Entonces decidimos darnos un tiempo, madurar las ideas que teníamos y volver otra vez. Las letras nos las tomamos muy en serio. Al fin y al cabo son el 50% de la canción o más, es lo que acompaña a la música y da sentido a todos esos acordes.

· Por lo visto hay unos Carrots-doctor Jeckyll en estudio y unos Carrots-mr. Hyde en estudio.

R – Cuando tenemos que eliminar arreglos, los temas resultan como más crudos. Nuestra imagen de directo es mucho más rockera de lo que aparentamos en los discos. No sé si hay gente a la que le sorprenda, pero me importa una mierda, es así. Para nosotros una cosa es grabar discos y otra hacer una gira en la que intentamos llevar a la práctica todas las esencias del rock’n’roll más salvaje. Una gira es una gira y nos la tomamos bastante a lo bestia, en la mejor tradición de gamberrismo rockanrolero. Hay mucha gente que escucha los discos y luego puede llegar a sorprenderse, ¿pero que se le va a hacer?
W – Mucha gente nos dice –y yo a veces lo siento- que hay conciertos en que las canciones superan al disco porque nos quitamos el miedo de la grabación, de que aquello va a quedar para toda la vida. Y ahí ofrecemos la canción tal y como se creó, sin ningún tipo de miedo, vamos al grano. La fama de que tenemos unos directos potentes y de puta madre es por eso. Nos sentimos un poco liberados, a mí se me quitan muchos de los miedos que tengo en el estudio.

· ¿Resulta frustrante esa imposibilidad de reproducir en directo las canciones de la forma en que fueron concebidas, en toda su exuberancia?

R – Bueno, tampoco es tan diferente. Lo arreglos básicos sí somos capaces de tocarlos y, aunque no nos gusta mucho, llevamos los vientos pregrabados. Además Freddy es un teclista de puta madre que nos da mogollón de juego. No creo que los temas suenen muy vacíos, sólo diferentes.
En Sunshine también nos pareció imposible poder tocas esos temas en directo y al final ganamos por la mano. Lo que ocurre es que tienes que olvidarte de los arreglos y adaptar los temas al directo.

· La repercusión internacional de Carrots y la inclusión de vuestras canciones en varias compilaciones internacionales delata que hay una hermandad ahí fuera que no conoce fronteras.

W – En Japón sobretodo. Ahí hemos vendido 1.500 copias. Y una de las cosas que nos llenó de orgullo y nos dio cantidad de ánimos y de energía fueron un par de críticas inglesas que nos ponían de puta madre. Es decir, nos trataban como un grupo de verdad. A veces tienes el complejo de ser español y de que no te van a tomar en serio fuera… ¡y cuando ves que en Inglaterra o Estados Unidos te comparan con Supertramp!… (risas)

· ¿A qué creéis que se debe ese fenómeno?

W – No sé, creo que en fondo todos tenemos un pequeño complejo de inferioridad. Aunque sería peor tener un grupo de pop en Bulgaria o Indonesia, ¿no?
Los grupos que llegan de fuera parece que tengan más credibilidad, incluso siendo peores que tú. Lo que ocurre es que aquí entra el tema promocional, económico…
R – Y si estás en una multinacional o en una independiente.

· Participasteis con la canción The Red Telephone en Unloved Again, el disco tributo a Love promovido por vuestro sello. ¿Pudisteis cazar a Arthur Lee en su gira nacional?

W – No. Y tuvimos que comprarnos el disco para hacer esa versión.

· ¿¿¿No os gustan Love???

W – La verdad es que tengo el Forever Changes y no me lo pongo nunca. No te voy a decir que sea una mierda, pero prefiero a Iron Butterfly. ¿Es duro eh, tío?

· ¡Y que lo digas! De modo que más cómodos con el Harrisongs, ¿no?

W – Sí, ahí no me puedo equivocar.


BALAGO. El quimérico inquilino


Canciones para días azules.


El estudio casero habilitado en el segundo piso es diminuto y espartano, pero desprende calidez. Tras la ventana, la vista del imponente parque natural teñido por las tonalidades invernales resulta reconfortante.
En el interior en penumbra, las guitarras reposan silenciosas. En las paredes, atraen la mirada sendos carteles de Joy Division y de aquel viejo film de Robert Aldrich, ¿Qué fue de Baby Jane?.
En la pantalla del ordenador se despliegan las entrañas de los diez cortes que articulan el nuevo disco de Balago, El Segon Pis (Foehn Records). Un denso entramado de pistas de sonido superpuestas cuyas interioridades me son desveladas con pasión indisimulada por sus mentes pensantes: David Crespo (guitarra, programaciones y ahora también bajo), Guim Serradesenferm (programaciones) y Jordi Soldevila (guitarra)
Su primer trabajo, el elogiado Erm, un debut desarmante, se confeccionó enteramente con un único secuenciador que ofrecía un sonido estándar. Ahora se encuentra a mis pies, en un rincón, olvidado del mundo. Esta vez ha sido precisa una amplia panoplia de recursos técnicos y un año entero de laboriosa dedicación para materializar uno de los proyectos más sobresalientes de un 2003 que no ha resultado excesivamente pródigo en estímulos.
Un disco inquietante que avanza impelido por una base rítmica de bajo y batería desconocida hasta el momento, desplegándose como un intrincado travelling sonoro surcado de pliegues, recovecos y rincones oscuros que merecen ser explorados con detenimiento. Un disco de efecto envolvente que opera por acumulación: una amalgama de notas reproducidas con instrumentos invertidos, guitarras dobladas con un ligero delay, acordes que entran y se desvanecen, cambios extraños, loops, voces del más allá, samplers de bandas sonoras y un sinfín de enigmáticos efectos casi imperceptibles. El resultado es tan desasosegador como fascinante. El sueño de un científico loco.
El Segon Pis habrá de dilucidar si Balago son un espejismo o bien han satisfecho su necesidad de reinventarse.



· ¿El síndrome del segundo disco os ha afectado de forma especialmente intensa?

Ha sido lo más difícil de sobrellevar. Cuando terminamos la gira del primer disco –un año durante el que no compusimos nada- y nos encerramos en el estudio, estuvimos perdidos durante bastante tiempo. No teníamos nada. Habíamos perdido el hábito de componer y dado que nuestras estructuras no son convencionales, no sabíamos ni por donde empezar.
Comenzamos a probar con el bajo, hicimos algunos samplers y, poco a poco, las cosas fueron tomando forma. Aún así la mayoría de los temas han sufrido muchas mutaciones. Empezaron de una forma, cambiaron y después quizá sólo nos hemos quedado con un fragmento. Así durante casi un año de encierro, una locura…

· ¿Cuáles fueron los cimientos sobre los que se construyó El Segon Pis (El Segundo Piso, en catalán)?

Esencialmente el punto de partida consistía en darle otra textura a los bajos, introducir mucho piano y trabajar más la electrónica. Estas eran las premisas. A partir de ahí algunos temas surgieron bastante fácilmente. Pero como en todo proceso de composición, hay mucho de azar, de probar cosas... Cuadrarlas y que todo resulte coherente es lo más complejo.
De pronto vimos que empezaba a sonar diferente del primer disco, aunque con una cierta unidad. Fue entonces cuando nos liberamos. Llamamos a Sergi Marsinach (amigo y colaborador habitual, con una carrera musical propia bajo el nombre de Adarve) para que añadiera la batería. Queríamos ese matiz de batería acústica mezclada con batería electrónica.

· ¿Cuando intuís que un tema está acabado?

Nunca están acabados. Quizá cuando al escucharlo no parece previsible. Cuando tiene un inicio y un final y en medio suceden cosas. Auque no creo que nadie pueda saber realmente cuando un tema está acabado.

· ¿Qué música habéis escuchado durante todo este tiempo y que, conscientemente o no, quizá haya podido colarse por las rendijas del disco?

Los grupos que más hemos escuchado y que nos han influido son los Boards Of Canada de Geogaddy y los primeros Hood. Eso quizá se nota en los bajos, aunque no se trata de plagiar ni de copiar. Lo que no es tan evidente es que este año también hemos escuchado a Neil Young y The Beatles. Velbert, por ejemplo, se cierra con el crescendo de cello disonante que hicimos pensando en el A Day In The Life. Pero escuchamos de todo: mucha música clásica, bandas sonoras…

· En el mundo de Balago no hallaremos velocidad ni guitarras desbocadas, pero sí intensidad emocional. No en vano el Loveless de My Bloody Valentine es uno de vuestros discos de cabecera. La primera impresión es que El Segon Pis es un disco menos árido, más dinámico que Erm.

Sí, Erm era más lineal. Esta vez queríamos que fuera más rítmico, pero de una forma sutil. Y nos ha costado. Nos apetecía que no sonara tan volátil como Erm, que fuera algo más “rockero”. Es un disco más roto, pero sigue teniendo un tono muy triste y emocional.

· También parece menos paisajístico. ¿Porqué habéis sacrificado los largos desarrollos instrumentales marca de la casa en beneficio de unos temas que, por lo general, no superan los cinco minutos?

Esta muy bien componer temas que te dejen con las ganas, canciones que creen expectativas. Hicimos algunas melodías muy bonitas para los temas cortos y estudiamos la posibilidad de alargarlos, pero aquello no aportaba nada nuevo. Los temas en que podías recrearte los hicimos en Erm, y ya no nos apetecen. Es algo demasiado explotado.
Sabíamos que queríamos un disco con un concepto diferente: temas más cortos e independientes, que no se unieran entre sí.

· ¿La electrónica salió en vuestro auxilio?

Para nosotros la electrónica es muy básica. Pero como en este país no hay cultura electrónica, el nivel es bastante cutre. En nuestro disco el tratamiento está a años luz. Cada sonido, cada detalle está colocado en su lugar exacto… y a lo mejor ni se oye, o lo descubres tras varias escuchas. Nos comemos mucho la olla con ruiditos que pueden parecer una tontería. Ha sido un trabajo de chinos. La gente cree que la electrónica es fácil, pero no es así. Es un instrumento como cualquier otro y hay que saber interpretarlo, encontrar el sonido que deseas y que encaje con el resto, sin que resulte feo, ridículo o incluso cómico.

· Compruebo que la mayor parte de la crítica ha vuelto a desempolvar una palabra que parece perseguiros con saña: tristeza.

Objetivamente el disco es triste. Es lo que hay. Hemos jugado con disonancias, muchas tonalidades menores… tiene más registros que Erm, pero es más angustiante. Somos conscientes de que no nos sale música alegre. No podríamos hacer algo como Belle And Sebastian, no nos sentiríamos a gusto y no saldría bien. Los tipos de sonidos que nos gustan son fríos, de modo que hay acordes que ya no emplearíamos.
En nuestro grupo anterior, Ámbar, ya éramos oscuros. Y si ojeas nuestras discografías verás que son depresivas. La electrónica que nos gusta –Boards Of Canada, Autechre…- es triste. Y si hemos de quedarnos con un grupo de pop escogeríamos a The Smiths

· En una de vuestras fotografías promocionales aparecéis detrás de una ventana, mirando al exterior desde el interior. Me parece una buena metáfora visual para vuestro disco.

Escogimos el título en función de los cambios en nuestra forma de trabajar… y porque el disco se ha hecho en un segundo piso. Un segundo piso que tiene realmente importancia. Nos hemos montado este nuevo estudio y es aquí donde nos pasamos encerrados horas y horas.
Pero le puedes buscar otras lecturas: el segundo disco, el segundo obstáculo… También tiene un punto intrigante: vimos una peli que se llamaba El Desconocido del Tercer Piso y nos gustó ese título.

· ¿Cómo afectará el cambio de piel a vuestro directo?

Hay mucha postproducción en este disco, por eso será muy complicado adaptarlo. Habrá temas como Amherst o 73/80 que sonarán exactamente igual, pero los más cortos precisarán un desarrollo más largo y habrá que rehacerlos. En eso estamos.
Hay otros temas hechos de una forma tan extraña que no tienen ni tempo. Y otros que no tienen casi ni guitarra, a penas un toque de cuerda aislado. ¿Cómo reproducir todo eso?
Con la inclusión del bajo y la batería el planteamiento será más potente, más rockero. Nos apetece pasarlo bien en directo. Nos recrearemos en los desarrollos que van subiendo y se interrumpen, pero no como lo haría Mogwai, sino de de una forma más melódica, por decirlo así. Añadiendo instrumentos, pero jamás sirviéndonos del ruido por el ruido.

· ¿Dónde se expresa mejor Balago, en el estudio o sobre un escenario, frente al público?

Las dos cosas tienen su lado bueno. En el estudio hemos estado un mes o dos dándole vueltas a un tema que no acaba de salir. Y esos momentos son realmente frustrantes, con muchas discusiones. Cuando das un tema por terminado o te sale algo que queda bien, es un subidón. Pero lo mismo ocurre con los buenos directos.

· Este es un disco que se enorgullece de haber sido “grabado en casa”, en vuestro laboratorio doméstico y sin el concurso de ningún productor externo...

Nuestro productor ha sido Guim. Balago es algo muy familiar. Nos encerramos aquí y creamos en soledad. Hace once años que tocamos juntos, nos conocemos muy bien y ya no hay que discutir. Ya hemos pasado por eso, estar en un grupo de cinco personas en el que hay muchas opiniones. Ahora hemos encontrado una estabilidad en la que los tres sabemos lo que debemos aportar y nos entendemos muy bien.
Además el trabajo del productor está sobrevalorado. Hoy en día grabas en casa y punto. A los productores les gusta mucho echar mano, poner arreglos… Y nosotros tenemos muy claro lo que queremos y lo que no. Quizá por eso tenemos un sonido propio, y eso es genial.

· El cajón de sastre que es el llamado post-rock quizá no esté todavía finiquitado, pero si en franca decadencia. Se percibe cansancio y una cierta repetición. ¿Qué ocurrirá a partir de ahora?

En el 2001 dijimos en una revista que al post-rock le quedaban cuatro días… Al principio era atractivo, te identificabas con grupos como Tortoise y molaba. Pero ha acabado convirtiéndose en una etiqueta magnificada y a la que se le ha dado más importancia de la que tiene.
Las etiquetas las pone la prensa, no nosotros. Seguiremos haciendo la música que nos apetezca. Nuestra ventaja frente a otros grupos nacionales es que tenemos un abanico musical más abierto. Este segundo disco demuestra que no estamos encerrados, y el tercer disco de Balago puede sonar enteramente a electrónica abstracta o acercarse a lo último de Matt Elliott. Podríamos incorporar un cuarteto de cuerda, piano y que sonara a música contemporánea de cámara, algo como Yann Tiersen pero muy minimalista y menos comercial.
Lo bueno es tener muchas influencias y estar abierto de miras. Ahora bien, hagamos lo que hagamos sonará depresivo. Es nuestro carácter.

MÁQUINA Y SUS OBREROS ESPECIALIZADOS


Máquina!... ¡funciona!


Jordi Batiste y Luigi Cabanach son los dos proletarios que dan sentido a uno de los retornos más inopinados del rock patrio. Les acompañan en su reincorporación al mercado laboral dos engrasadores con un extenso expediente, el teclista Toni “Chupi” Saigi y el batería Quim Vilaplana, además de contar con el concurso ocasional de la voz de Adela Batiste.
La extraña pareja son dos casi desconocidos encantados de haberse reencontrado. Y, por supuesto, les une su fascinación generacional por Dylan.
Batiste ejerce como ideólogo con los pies en la tierra, mientras que Cabanach –que o bien está sordo como una campana o de pequeño se cayó en una marmita de ácido- prefiere elucubrar sobre la faceta espiritual de un grupo cuyo eco todavía perdura. Su visión del asunto es que Máquina! no han regresado porque, en realidad, jamás se fueron.

Parece que la máquina del tiempo empieza a vibrar para sacudirse el óxido…


· ¿Qué conjunción astral ha propiciado el regreso de Máquina!, más de tres décadas después?

Jordi y yo presentamos el proyecto conjunto Maquinaciones en el festival Figarock. Paralelamente nos llegó la propuesta del grupo de jóvenes de la plataforma Stratus.Prog… y aceptamos.
Es algo curioso. Aunque hemos estado más de veinte años sin vernos y sin saber prácticamente nada el uno del otro, en nuestras trayectorias individuales hemos mantenido un espíritu “maquinero”, intentado ser sinceros con nosotros mismos y haciendo la música que sentíamos en cada momento.

· Imagino que cierta presión por parte de los viejos fans también habrá influido…

Pues no… En mi caso [Luigi] me he movido en circuitos muy distintos, trabajando con otros músicos –Amargós, Serrat, Maria del Mar Bonet, Gato Pérez…-, con gente muy alejada de lo que era el ámbito underground. De modo que no he tenido ocasión de reencontrarme con la tribu progresiva.

· ¿Qué ha sucedido con Enric, Tapi y el sueco?

Lamentablemente Tapi murió. Josep Maria Paris en este momento no se siente con suficientes fuerzas como para emprender la andadura del directo y la energía que conlleva. Y Enric Herrera está prácticamente retirado de la música. Pero todos están contentos de que, de alguna forma, nosotros retomemos este camino.

· A Tapi le perdí la pista hace tiempo, ¿cuándo se fue exactamente?

No te lo sabría decir, me lo comunicaron unos amigos comunes. Hace unos cinco o seis años... A Tapi todos le perdimos un poco la pista, y debido a su personalidad sensible creo que lo pasó mal y en soledad.

· ¿Ha resultado difícil engrasar la máquina, ponerla de nuevo en marcha tanto a nivel musical como de relaciones personales?

En absoluto. En Máquina! hubo un momento de piña espiritual entre nosotros. Además, desgraciadamente, la sociedad está como está y creo que hay necesidad de un tipo de artistas comprometidos que canten a la libertad. No ha resultado nada difícil.

· ¿Tenemos Máquina! para rato?

Definitivamente sí. No se trata de un recuerdo nostálgico de lo que fue en el pasado, sino una actitud comprometida.

· ¿Y llega con un nuevo disco bajo el brazo?

Es posible que surja alguna gente que tenga interés en algún proyecto discográfico. Esperemos…

· Habéis compuesto un par de temas nuevos, When Suzanne… y I Know You’ll Never Be Mine. ¿Cómo definiríais vuestro sonido?

[Luigi] Las canciones son básicamente las mismas, pero con un lenguaje más actual porque ahora lo hacemos mejor.
[Jordi] Evidentemente todos hemos mejorado, aunque la técnica musical no es lo más importante en este tipo de música, ni mucho menos. Lo interesante es que lo que antes conseguíamos en una canción ahora lo estamos consiguiendo en todas. Ese espíritu de tocar en libertad para transmitirle a la gente unas sensaciones personales que a veces son muy abstractas, casi surrealistas, y a veces resultan muy simples. A través de los ensayos hemos conseguido dominar este lenguaje.
Hoy en día sonamos básicamente igual, aunque tocamos distinto. Somos diferentes, nos hemos hecho mayores y eso nos hace más pasotas, más informales, porqué estamos ya un poco de vuelta de todo. Nos da igual si vendemos discos o no, eso es lo de menos, la verdad. Lo importante es salir al escenario y expresar cosas con la mayor libertad posible.

· ¿Una mayor pericia técnica implicará un menor grado de improvisación?

¡No, en absoluto! La improvisación va a asociada a este lenguaje, al sentido de la libertad que posee la música progresiva.

· ¿Cuál es vuestra respuesta a los que invoquen la nostalgia facilona, la jugada comercial o, simplemente, a aquellos que creen que todo tiene su momento y no le encuentren maldita la gracia?

Les diría que aquello que cantó Dylan de cuanto tiempo ha de pasar para que las bombas dejen de estallar todavía es vigente. Además, los años te hacen crecer espiritualmente.

· En los últimos tiempos vivimos inmersos en un eterno retorno en lo musical, una espiral cíclica en la que, sin embargo, el rock progresivo ha sido sistemáticamente silenciado. ¿Por qué?

Porque es un género underground que está fuera de su control.



DE LA MAGDALENA PROUSTIANA
AL CROISSANT LAYETANO



La aureola de Máquina! es inversamente proporcional al grosor de su legado discográfico, a penas un puñado de singles, una grabación capturada en vivo (En Directo, 1972) y un único disco grabado en estudio. ¡Pero menudo disco!
El influyente Why? (1970) permanece incólume como una de las piezas angulares del rock ácido destilado al sur de los Pirineos, un vinilo de proporciones clásicas que sigue cotizándose al alza en los cenáculos coleccionistas. Y una sombra alargada con la que al parecer Jordi Batiste ha sabido convivir sin complejos.


· ¿Qué sensación produce el haber participado en la creación de un disco legendario?

La verdad es que hasta ahora no me había percatado de que aquello fue, y es, un referente muy importante. El autor es el que menos se da cuenta, porque cuando lo haces no estas pensando en ello, estás intentando expresarte con el máximo de libertad.
Quizá es que soy una persona muy realista e intento pensar que lo que hago siempre es un camino para llegar a algo realmente satisfactorio.
Lo que más me gusta es que hay gente joven que no nos conoció en absoluto y que escucha, conoce y le gusta esta música. Eso me da mucha satisfacción.

· ¿Predicas con el ejemplo, escuchas tus propios discos?

Los músicos en general no somos muy dados ni a escuchar lo nuestro ni lo de los colegas. Escucho cosas nuevas que me llegan de fuera, pero no nos escuchamos demasiado entre nosotros. ¡Nos conocemos tanto!
Ocurre con la música de Máquina!. Son discos que pones de vez en cuando, pero no te recreas mucho escuchándolos una vez y otra.
Hay un tema en el que no canto, el instrumental I Believe, que sí es una canción recurrente para mí. Después está el Thank You de Luigi, que es una canción que en mi casa siempre se ha puesto muy a menudo, e incluso mis hijas se la saben de memoria. Pero el Why? entera, con sus veinticinco minutos, creo que sólo la habré escuchado cuatro o cinco veces a lo largo de estos treinta años.

· ¿Es cierto que el disco se grabó en maratonianas sesiones nocturnas?

Sí, fue una grabación nocturna y muy pasada de vueltas. Habíamos tocado mucho durante todo el día y estábamos ya en un estado casi hipnótico que era muy propicio para esta creatividad tan… exhaustiva.
En aquellos tiempos grababas los discos sin cronómetro. Tampoco existía la figura del productor. Y como no nos preocupábamos del presupuesto, el caso es que tocabas lo que te daba la gana.
Why?, por ejemplo, debía ser en principio una canción normal, de cuatro o cinco minutos. Pero empezamos a enrollarnos y recuerdo muy bien que observaba a los técnicos de sonido por si nos hacían señas para que parásemos, pero veía que no, que ponían una cara sonriente… así que continuamos.

· ¿Qué influjo tuvieron ciertas substancias en la música de Máquina!?

La gente a veces me pregunta si hacíamos una música lisérgica… No sé exactamente lo que hacían los otros, pero contrariamente a lo que pueda parecer no me consta que las drogas fueran para nosotros un hábito o un método de trabajo… a menos que se tratara de un par de whiskeys, o lo que fuera.
Aunque en aquella época sí es cierto que la gente que venía a escucharnos se metía sus porros, y el LSD estaba muy de moda. Pero nosotros no basábamos nuestra creatividad en la experiencia del ácido.
En mi caso es otra historia. Creo que lo que tengo dentro de mi cabeza y lo que intento expresar con mi música es a veces tan alucinante que realmente no necesito ningún tipo de estímulo.

· La portada con un reloj de bolsillo incrustado en un croissant sobre fondo blanco lleva tu firma.

Siempre he concebido el arte como algo multidisciplinar y en el caso de las portadas de discos siempre he querido hacerlas yo, o meter baza, o al menos controlar el diseño.
Esta fue una cosa que llevaba muy pensada. Quería un objeto transformado, manipulado, que resultara surrealista. En aquella época y con amigos como Jaume Sisa o Pau Riba nos autodenominábamos surrealistas catalanes e incluso teníamos una etiqueta identificativa: la Nueva Estética. Era una historia en la que había un punto de provocación.

· Por cierto, ¿de dónde demonios salió el nombre del grupo?

Viene de un compañero que había hecho la mili -en aquel tiempo no había ido ninguno de nosotros- y nos explicó que cuando a alguien le metían una guardia decían: “¡máquina, dos cafés!” [Jordi acompaña la exclamación con un gesto inequívoco que denota la jodienda que debía suponer aquello para el sufrido recluta]. Y en un almuerzo creativo con un tipo de la discográfica lo adoptamos. Y con el signo de admiración final, que es muy importante.

· ¿Cómo fue recibido Why? en su tiempo? Aquello no encajaba demasiado en el contexto de la época y supongo que debió descolocar a más de uno.

Yo venía de tocar canción catalana con Els Tres Tambors, con el Grup de Folk, con Sisa, y conocía bien el movimiento reivindicativo cultural. Recuerdo que con Máquina! noté un cambio en las caras, en el tipo de gente que venía a vernos. Creo que hicimos un salto para llegar a un público más amplio y diferente al que yo estaba acostumbrado en los festivales de folk, incluso culturalmente. Quizá el hecho de cantar en inglés hizo que mucha gente superara algún posible prejuicio contra el catalanismo.



PEPITAS DE ORO EN EL CEDAZO



En 1993 se procedió a reedición digital del catálogo del sello EDIGSA –gemas de Música Dispersa, Om, Tapiman, la Orquesta Mirasol, Pau Riba…- con resultados desiguales. El sello especializado barcelonés Wah-Wah Records ha asumido la encomiable tarea de reconstruir con mimo la herencia discográfica de bandas de aquel período como Pan y Regaliz, Vainica Doble, Cerebrum, Evolution, Los Buenos, Tabaco...
Máquina! es una de las joyas de la corona. Why? reluce en una edición limitada y remasterizada en vinilo, incluyendo un libreto interior con fotografías y biografías y la reproducción del póster promocional original.
Se acompaña de un apetitoso complemento, Máquina!... Funciona!, asimismo en (doble) vinilo. Una compilación de todos los singles del grupo, los cortes aparecidos en recopilatorios y grabaciones inéditas de la época.
El quinteto dejó material para un segundo disco, jamás publicado. Batiste admite que “hay muchas cosas inéditas, porque antes de que Enric Herrera y yo nos fuéramos a la mili grabamos bastante material que luego no salió. De hecho Why? tenía que ser un disco con muchas canciones y se quedó sólo con tres temas. En aquellas sesiones grabamos cosas que están localizadas. Me complace que algunas de ellas se hayan recuperado, más que nada porque está bien que queden documentalmente”.



LA MÚSICA DE LA MENTE vs.
LA CUENTA DE RESULTADOS



Insospechadamente el regreso de Máquina! a los escenarios ha venido propiciado por el impulso de Stratus.Prog, autodenominada Plataforma para la Promoción del Rock Progresivo, con base de operaciones en Barcelona.
¿Rock progresivo en un mundo regresivo? Ingrata tarea en favor de un género tan maltratado como desconocido. “El colectivo lo formamos una serie de aficionados al progresivo y al rock sinfónico que llevamos muchos años impulsando este tipo de música y a todos los grupos que se arriesgan con este tipo de formato. Con la plataforma hemos querido unir esfuerzos y plantearnos algo más ambicioso, más allá de lo poco que se ha hecho hasta ahora”.
El dilatado currículum de sus cuatro miembros fundadores refleja una envidiable dedicación a la causa, tanto en el ámbito nacional como internacional: colaboraciones en diversas publicaciones (Lunar Waves), fanzines (Acid Dragon, Aristillus, Paraphernalia, Sirius, Varia) y e-zines (Progvisions), intervenciones en programas de radio, creación de sellos musicales especializados (Sirius Records), incursiones musicales y management de artistas, así como la organización de eventos, entre estos el StratusProg Festival 2003, el Tiana Prog-Rock Festival o La Noche Mágica de Jerez de la Frontera de 1989, considerado como el primer festival progresivo celebrado en nuestro país.
El panorama está bastante mal porque los grandes canales de difusión están totalmente cerrados a estos formatos. Es muy difícil que el público en general llegue a conocer este tipo de música. Por ello en los conciertos casi siempre vemos las mismas caras”.
El perfil del fan progresivo responde al de ”una persona que investiga en lo musical, que está totalmente fuera de los parámetros y las estructuras establecidas por los medios de comunicación y las discográficas. Somos básicamente investigadores musicales, buscamos nuevas formas y sensaciones que nos hagan vibrar y nos emocionen”.
La plataforma cuenta con una quincena de bandas asociadas que mantienen encendido el ardor progresivo en la escena independiente. Es el caso de Soma Planet, Syd Barretina o los andorranos Hysteriofunk, que ejercieron como teloneros de Máquina! en su primer concierto de retorno. “Para la presentación oficial de la plataforma queríamos una propuesta potente, con la que la gente se diera cuenta de que estamos trabajando fuerte. La mejor opción para darnos a conocer era Máquina!, que representan el gran grupo progresivo. Después de tantos años ha valido la pena rescatarlos de nuevo y no fue nada difícil convencerlos. Si todos los grupos mostraran la misma flexibilidad sería fabuloso”.
El futuro pasa por la captación del mayor número posible de grupos en una concentración que facilite su promoción. Y barajan la creación de un sello discográfico propio a través del cual las formaciones interesadas puedan editar sus trabajos con el marchamo Stratus.Prog Records.